En el sistema solar existen tres planetas
y un satélite a distancias aproximadamente similares del Sol: Venus, La Tierra
y su Luna , y Marte. Los cuatro cuerpos celestes reciben una intensidad solar
ligeramente diferente. Venus recibe unos 2600 W/m2 en la parte externa de su
atmósfera, la Tierra y la Luna unos 1370 W/m2 y Marte unos 600 W/m2. La
temperatura media global de Venus es de unos 482 °C, la de la Tierra unos 16 °C, la de la Luna y marte de 15 °C bajo cero. Las diferencias de
temperatura no solo se deben a la distancia al Sol, sino a la composición de la
atmósfera. La de Venus es esencialmente CO2 a 95 atmósferas de presión. Ni en
la Luna ni en Marte existe atmósfera.
La atmosfera de la tierra está compuesta principalmente
de los gases N2(78%), O2(21%) y Ar(1%), cuyas abundancias
son controladas por escalas de tiempo geológicas mediante la biósfera, el vapor
de agua se encuentra principalmente en la baja atmósfera y su precipitación
controla su abundancia. El resto de gases
constituyente, “Gases de traza”
representan menos del 1% de la atmosfera, y juegan un rol importante en la
en balance radioactivo de la tierra así como en las propiedades químicas de la
atmósfera. Su abundancia ha cambiado rápidamente y de forma notable en las
dos últimas centurias.
Las observaciones han documentado la
desaparición de la capa de ozono de la estratosfera en la antártica durante la
primaveral austral a lo que se ha denominado “agujero de ozono de la
antártica”. También se ha documentado la disminución en el ártico y regiones de media latitud
norte y sur. Paradójicamente
mientras el ozono en la estratósfera protege a los organismos vivos de la
perjudicial radiación ultravioleta
proveniente del sol, en la baja atmósfera puede tener efectos adversos
sobre la salud humana y las plantas.
A partir de la revolución industrial, la
cantidad de partículas aerotransportadas se han incrementado notablemente.
La atmosfera es el recipiente de muchos de
los productos de nuestra sociedad tecnológica, productos de la combustión de
combustibles fósiles y el desarrollo de nuevos químicos sintéticos. He ahí la
importancia de preservarla libre de contaminación por nuestro propio bienestar.
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